Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con pasión desbordante. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como https://aishafyqd979871.csublogs.com/46060556/el-cabezazo-de-zidane-y-su-impacto-cultural